Hoy, enmarcado en nuestra sección de fuentes, os traemos unos cupones de racionamiento expedidos a principios de la década de los años cuarenta en la ciudad de Úbeda. Como es sabido, las dificultades en el abastecimiento durante la postguerra, además de la política intervencionista implantada por las nuevas autoridades sublevadas, dio lugar a la imposición de el racionamiento de alimentos para el conjunto de la población española. Los denominados «años del hambre» fueron un periodo muy duro para las clases populares de la ciudad, recordándose en testimonios los problemas alimenticios que sufrió el conjunto de la población. En realidad, tal y como plantean autores como Miguel Ángel del Arco Blanco en su obra «Hambre de Siglos. Mundo rural y apoyos sociales del franquismo en Andalucía Oriental (1936-1951)», fueron años de fuertes hambrunas. Este periodo implicó muertes por inanición y enfermedades derivadas de la mala alimentación, situación producida por las condiciones materiales de postguerra, pero también de las decisiones políticas que implementó el nuevo régimen.
Varios fueron los factores que condicionaron este periodo. En primer lugar las propias consecuencias de la Guerra Civil, con la destrucción de infraestructuras y la supeditación de la economía al esfuerzo bélico. Pero en zonas como Úbeda donde no existió frente de guerra y se mantuvo en zona republicana , las explotaciones agrarias continuaron en funcionamiento . La mayoría de campos fueron colectivizados por las organizaciones sindicales, que explotaron estas tierras durante el conflicto en régimen de propiedad colectiva. Al acercarse el final de la guerra, en febrero-marzo de 1939, muchas de estas explotaciones fueron paulatinamente abandonadas por miedo a las posibles represalias de los antiguos propietarios, a los que el bando sublevado les había prometido devolverles la propiedad.
En segundo lugar, las políticas económicas parafascistas del régimen, que optaron por intentar articular un sistema político autosuficiente (autarquía), en un contexto de aislamiento internacional por el apoyo del nuevo gobierno a los regímenes fascistas de Hitler y Mussolini en la II Guerra Mundial. La posición deficitaria de España en algunas mercancías como fue el caso de los combustibles, imposibilitaban el proyecto autárquico, pero el régimen intentó implantarlos de forma efectiva. Algunas de estas medidas supusieron la subida de la inflación ante la escasez en un contexto de contención salarial por motivos políticos. Para el establecimiento de la autarquía se pusieron en marcha organizaciones como el Servicio Nacional del Trigo (SNT), que compraba las cosechas a los agricultores para posteriormente almacenar y distribuir el grano entre la población. Pero en muchos casos, las propias autoridades falangistas, con acceso a los nuevos silos que empezaron a construirse, participaron en el mercado negro, escamoteando parte de las cosechas para venderlas a un precio superior al establecido. Mientras las autoridades se perseguía al pequeño «estraperlista», en muchos casos viudas de vencidos que utilizaron el contrabando y las sustracciones de comida como una forma de supervivencia.
En tercer lugar, el uso de las políticas económicas desde una perspectiva represiva. Durante los años cuarenta, se articularon políticas de persecución de los vencidos que iban más allá del encarcelamiento y fusilamiento. Existieron mecanismos que condicionaron la facilidad del acceso al trabajo y a la comida a través de las organizaciones del régimen, destacando el Auxilio Social, entre otras. Además el encuadramiento obligatorio dentro de la Organización Sindical Española (OSE) sirvió como una forma de disciplinamiento de la mano de obra, en un contexto de recrudecimiento del autoritarismo patronal, apoyado por el régimen como resarcimiento de la revolución social que habían sufrido las clases propietarias durante la guerra. La OSE, conocida popularmente como el Sindicato Vertical, aseguró salarios bajos que expandieron los beneficios empresariales pero que afectaron a la productividad del campo.
En cuarto lugar, los condicionantes físicos de la agricultura, con varios años de sequías (1941- 1944-1946), que agravaron la situación. A esto se ha de añadir el descenso en el uso de fertilizantes y abonos, que redujeron las cosechas. Además la distribución de estos productos como decimos, en muchos casos fueron utilizados como arma de presión y de represión ante los vencidos.
Os dejamos la colección completa de cupones de racionamiento, todos editados entre 1940 y 1942.