El sindicato Langile Abertzaleen Batzordeak (LAB, Comisiones Obreras Patriotas), es una organización sindical ligada al nacionalismo radical vasco. Fundada en 1974, esta central sindical se ha considerado desde principios de los años ochenta ligada al denominado Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV), esto es, a las organizaciones políticas, sindicales y culturales que se enmarcaban dentro de la línea estratégica de ETA militar, y se coordinaban a través de la organización Koordinadora Abertzale Sozialista (KAS), al menos entre 1978 hasta su ilegalización en 1998 por parte del Juez Garzón.

Logo actual del sindicato LAB
En el presente artículo se realiza un análisis gráfico sobre la propaganda de este sindicato en el periodo durante mediados de los setenta y mediados de los años ochenta, pero antes de iniciar, a través de ejemplos, el como se desarrolló un imaginario obrerista y nacionalista, es necesario hacer una breve reseña del origen e historia del sindicato.
El nacionalismo radical vasco y el sindicalismo durante la dictadura franquista (1939-1958)
En el caso vasco, las principales culturas políticas durante la II República habían sido heterogéneas por las características políticas de estos territorios. La pluralidad existente desde finales del XIX cristalizó en diversas formaciones durante primer tercio del siglo XX. Por un lado, las izquierdas republicanas, con especial peso del PSOE y la UGT, que tenían un destacado peso en Vizcaya y Guipúzcoa. En menor medida existieron otras organizaciones obreras, como fue el caso del Partido Comunista a través de su federación vasca, el Euskadiko Partidu Komunista (EPK), o el sindicato anarcosindicalista CNT, que tuvo una posición relativamente precaria en las provincias vascas. Por otra parte el nacionalismo vasco, representado por el Partido Nacionalista Vasco (PNV) , de carácter aranista, católico y conservador, y de forma minoritaria por Acción Nacionalista Vasca (ANV), partido laico, de izquierda moderada y de carácter heterodoxo. Ambas que se habían acercado a las izquierdas españolas durante los años centrales de la república con el objetivo de conseguir un estatuto para el País Vasco. La consecución del mismo en octubre de 1936, fue producto de la convergencia de socialistas y jeltzales durante los últimos años de la República, y espoleado por la situación bélica a partir de julio de ese año.
El fin de la Guerra Civil Española y el establecimiento de la dictadura franquista vino de la mano de una fuerte represión a las organizaciones políticas y sindicales que se habían opuesto al golpe de estado de Julio de 1936. Esta represión a las diversas culturas políticas existentes antes de la Guerra llevó a las mismas al borde de la desaparición durante los años cuarenta, pese a la existencia de resistencias, como fue el caso de la guerrilla antifranquista a través de la Agrupación Guerrillera del País Vasco. El fracaso del intento de invasión de la península por los guerrilleros republicanos en 1944 (la Operación Reconquista) y el cambio de postura del PCE en 1948 supuso un golpe de timón de la política de la oposición, ya que se abandonó el uso de la «lucha armada», en favor de una línea de masas y de infiltración en el movimiento sindical.
Fue a finales de los años cuarenta e inicios de los cincuenta cuando comenzaron a reorganizarse la oposición sindical en el País Vasco, con las huelgas de 1947 en Vizcaya, apoyadas por el Gobierno Vasco en el Exilio y los principales sindicatos de este territorio (el nacionalista ELA, el socialista UGT y la anarquista CNT). Otro ejemplo fueron las huelgas de principios de los cincuenta, inspiradas por la Huelga de Tranvías Barcelonesa en 1951. A finales de esta década apareció una nueva forma de protesta obrera que se fue generalizando: la Comisión Obrera de representantes de los trabajadores. Esta forma de organización obrera se generalizó y se hizo permanente a partir de la oleadas huelguística de 1962, iniciada en Asturias y que afectó a las provincias vascas. El movimiento de CC.OO. además fue capaz de interpelar con nuevas generaciones que no habían vivido la Guerra, impulsando una renovación interna del movimiento sindical de oposición al franquismo.
El nacionalismo por su parte, entró en crisis a mediados de los años cincuenta. Esta crisis estuvo también relacionada con la introducción de nuevas generaciones en el movimiento, y la reacción a lo que estas consideraban la pasividad del PNV ante la dictadura. En 1952 nace EKIN (hacer), un grupo de estudio universitario de carácter formativo. EKIN había tenido contactos con las juventudes del PNV, llegando integrarse en éstas en 1956. La fusión resultó efímera, ya que tras enfrentamientos entre el núcleo del colectivo y la directiva de los jeltzales, el grupo fue expulsado, con lo que decidieron fundar otra organización separada. Este nuevo grupo se llamará ETA (Euskadi ta Askatasuna).
Los fundamentos de la primera ETA eran próximos a los nacionalismos de la primera descolonización (el Irgum sionista, el FLN argelino). El nuevo grupo comenzó a cuestionar el papel del PNV, teniendo una clara voluntad de renovar el discurso nacionalista. Algunos de esos cambios eran: el rechazo a la estructura de partido por una concepción amplia de movimiento, el trasvase de idea de raza vasca a la lengua, el alejamiento del catolicismo por una perspectiva mas laica, y sobre todo una tendencia a la acción, a imitación de estos movimientos nacionalistas. El grupo comenzó a realizar acciones de propaganda a través de pintadas y pasquines, pequeños atentados contra monumentos franquistas, y la exhibición de ikurriñas, o el intento de descarrilamiento de un tren de veteranos franquistas en San Sebastián en 1961.
ETA y la izquierda obrera, una relación espinosa (1958-1974)
La primera ETA no pasaba de ser un grupo nacionalista vasco, que si bien había tenido la voluntad de modernizar los fundamentos ideológicos del PNV, no se había definido como una organización izquierdista, participando del anticomunismo de la época. En este momento, ETA propugna una propuesta más cercana a los movimientos nacionalistas de liberación nacional, que a organizaciones socialistas, aunque, influidos por la agitación obrera, admitían que esta lucha de masas permitía arrancar un gran apoyo popular. A partir de 1962, debido al impacto de los movimiento huelguísticos de este año, la dirección de ETA acaba acercándose a posiciones próximas a los movimientos socialistas tercermundistas. Este giro ideológico no fue armónico, debido a las diferencias de estrategia en torno a cómo adquirir una base social entre los trabajadores.
Las diversas corrientes que influyeron en ETA durante la primera mitad de los sesenta, fueron diferentes interpretaciones del marxismo de corte más o menos ortodoxo, autores anticolonialistas que se habían acercado a movimientos socialistas, e incluso cierta tendencia anárquica en algunos militantes. Estas influencias inauguraron unos puntos de contacto que fueron variando a lo largo del tiempo. A partir del año 1963, con la celebración de la II Asamblea de ETA, se abre la puerta al pensamiento marxista. ETA se proclama abiertamente socialista, entendiendo el concepto como un término paraguas que admitía diversas formulaciones. Este cambio de posición propició el acercamiento a la oposición sindical, creando el primer Frente Obrero, que tomó contacto con organizaciones obreras católicas, además de las Comisiones Obreras de Vizcaya. El grupo llegó a participar en la fundación de la Comisión Obrera de Guipúzcoa en 1966.
Mientras existió equilibrio entre las diversas corrientes internas, la conflictividad interna de ETA se mantuvo relativamente baja, aunque no inexistente. Las tensiones entre nacionalistas “puros” y los grupos cercanos al obrerismo, acabaron dando lugar a acusaciones cruzadas, de falta de patriotismo por parte de los primeros, y de xenofobia antiobrera en el caso contrario. Se conformaron tres grupos, uno de carácter nacionalista tradicional, los culturalistas encabezados por Txillardegi, otro cercano a las concepciones de los movimientos de liberación nacional, los tercermundistas nucleados en torno a Julen de Madariaga, y otro sector que proponía críticas al nacionalismo en pos de concepciones cercanas al comunismo, los obreristas, con Patxi Iturrioz y Eugenio del Rio a la cabeza.
Estas contradicciones internas estallaron en dos procesos de escisiones diferentes. El primero en 1966, con la expulsión de los obreristas, que formaron el grupo ETA berri (nueva ETA), para después constituir el grupo Komunistak, origen del partido Movimiento Comunista (MC). El resto de la organización , ETA V asamblea o ETA Zaharra (vieja), fue el grupo que inició la espiral de violencia política con los asesinatos del guardia José Pardines y del comisario de la policía secreta de la dictadura, Melitón Manzanas en 1968. El segundo proceso de escisiones fue en 1970, con la celebración de la VI asamblea de ETA, en la que el sector mayoritario se deslizó a posiciones izquierdistas y críticas con la continuidad de la violencia. El denominado Frente Militar decidió recomponer la organización de ETA V y escindirse, mientras que el resto entró en una deriva autodestructiva. Tras la disolución de ETA VI asamblea surgieron grupos que acabaron siendo críticos con el nacionalismo (Células Rojas), otros que se deslizaron a posiciones vasquistas dentro del anarquismo (Askatasuna), y por último dos grupos de los sextos que tuvieron dinámicas diferenciadas. Los “mayos” (mayoritarios) acabaron fusionándose con el partido trotstkista Liga Comunista Revolucionaria (LCR), convirtiéndose en su sección vasca, como LCR-ETA VI, mientras que el sector de los «minos» (minoritarios), se integró individualmente en otras organizaciones, de izquierda.
En 1974, ETA V entró en crisis, entre otras cuestiones por la deriva cada vez más autónoma del Frente Militar, y frente a la sección del grupo que participaba en el mundo sindical, el Frente Obrero. Una parte de este, consideraba que se estaba tomando una deriva militarista, debido a que el atentado contra almirante Carrero Blanco en diciembre de 1973, se planificó y ejecutó por el Frente Militar a espaldas de parte de la organización. Esta polémica se agravó a finales del verano de 1974, con el atentado de la Cafetería Rolando en Calle Correo de Madrid. La colocación de una bomba en el establecimiento en septiembre, cercana a la Dirección General de Seguridad, acabó con la muerte de doce personas, casi en su totalidad sin relación con el cuerpo de Policía. Las discusiones en torno a la reivindicación o no del atentado, provocaron un enfrentamiento entre el Frente Militar y la direción de ETA. El grupo se dividió en tres: el partido político obrerista LAIA, el sector mayoritario que se denominó como ETA político militar, que intentó integrar la lucha política y la violencia, y el sector minoritario, ETA militar, que abogaba por la completa militarización del grupo.
La fundación de LAB y la lucha interna por el control del sindicato (1974-1986).
Como se puede apreciar, los grupos procedentes de ETA habían integrado parte del discurso obrerista, pero estando siempre supeditado a la cuestión nacional. En este contexto aparece una nueva organización sindical, ligada al abertzalismo radical, las Comisiones Obreras Abertzales, (COA). Este organismo fue impulsado por los tres sectores anteriormente descritos, LAIA, polimilis y milis, con especial peso de las dos primeras corrientes. Las diferentes estrategias de las organizaciones que confluyeron en las COA, colapsaron en el otoño de 1974, con la división entre los sectores pro-LAIA y pro-ETA (pm) Los sectores “polimilis”, euskaldunizaron el nombre de las COA denominándose Langile Abertzaleen Batzordeak (LAB). Los comités controlados por LAIA comenzaron a actuar autónomamente, denominándose como Langile Abertzaleen Komiteak (LAK), acercándose a posiciones de la autonomía obrera.
LAB estuvo hegemonizado por la estrategia político-militar, que propugnaba la formación de «organizaciones de masas». Esto no quiere decir que no existieran otras corrientes internas o simpatizantes de los milis dentro del sindicato, pero en estos años se encontraba claramente ligado a los polimilis. LAB tuvo una composición relativamente plural, debido a la convergencia, dentro de la estructura sindical, de elementos de diverso origen ideológico, con una tensión entre perspectivas más obreristas frente a otras más asociadas a un nacionalismo más ortodoxo. LAB destacó dentro de sus principios de organización el carácter sociopolítico de su concepción del sindicalismo heredada de los principios del nuevo movimiento obrero iniciado por Comisiones.
Pero el inicio de la Transición política hizo que las organizaciones abertzales tuvieran diferentes estrategias de cara al cambio de régimen y la construcción del nuevo sistema autonómico. ETA (pm) acabó tomando posiciones más posibilistas conforme se fue implantando el sistema democrático, participando en las elecciones de 1977 a través de Euskadiko Ezkerra (EE, La Izquierda de Euskadi), colaborando en los debates del Estatuto de Guernica de 1979, y tomando una posición cada vez más crítica con el uso de la violencia política. ETA (m), sin embargo pidió la abstención en las elecciones, impugnó el proceso y denunció el Estatuto como insuficiente, intensificando los atentados. Ante la posibilidad de verse aislada políticamente, se impulsó un proceso con LAIA y otros partidos para la conformación de una coalición, que se denominó Herri Batasuna (HB, Unidad Popular). Esta división y competencia se trasladó al conjunto de las organizaciones del sindicalismo radical.
En el caso de LAB, ambas organizaciones intentaron controlar el sindicato. En 1978, se celebró el I Congreso de LAB. Este congreso, se produjo, atendiendo a las memorias de Idígoras, “bajo un clima de crispación y enfrentamiento. Pese a las tensiones que se venían produciendo, la hegemonía del sector político militar no llegó a quebrarse, ya que la mayoría de posiciones del sindicato se mantuvieron dentro de las tesis polimilis, entre otras, exigiendo la salida del sindicato de KAS. Pero la conflictividad interna dejó al sindicato casi inoperante. En 1980, los sectores contrarios al dominio de ETA (pm) sobre LAB se organizaron para intentar confrontarlo. Ambas corrientes intentaron copar los órganos, a través de “desembarcos”, para asegurarse el control del aparato de dirección. También se produjo una cadena de expulsiones mutuas y de asaltos a sedes. La ruptura acabó con la separación de los dos grupos. El sector político militar disolvió su corriente de LAB en el sindicato nacionalista ELA, vinculado al PNV. Por su parte los milis consiguieron retener las siglas del sindicato y ligarlo a su estrategia.
A partir de 1980, el contexto cambió, y LAB se encargó de funciones de diveso tipo. En el ámbito sindical, la negociación de los convenios colectivos, la agitación las fábricas y la resistencia a la reconversión industrial. Pero también la central asumió labores antirrepresivas, realizando campañas de denuncia ante las detenciones de militantes del sindicato y de personas acusadas de pertenencia a ETA, que en muchos casos tenían el carnet de LAB. LAB se encargaba conjuntamente con HB, de la convocatoria de huelgas y organización de protestas contra las extradiciones y muertes de miembros de ETA, así como la denuncia de la denominada “la guerra sucia”, es decir de los atentados realizados por la organización GAL entre 1983 y 1986.
El imaginario abertzale radical, una mezcla entre tradición y modernidad.
Llegados a este punto, queremos iniciar un análisis gráfico de la cartelería de LAB durante este periodo (1974-1986). Todos los carteles que vamos a analizar pertenecen al Archivo de Lazkaoko Beneditarren Fudazioa, que pude consultar en el desarrollo de mi tesis doctoral, y a los que les agradezco su labor, buen trato y mejor hacer para ayudar a los investigadores en su trabajo.
Como indicábamos previamente, el abertzalismo radical intento integrar las dos alas de su pensamiento, la «liberación social y nacional» en su propaganda. En el caso de LAB como se podrá ver más adelante, se intentó aglutinar una imagen tradicional del pueblo vasco con apuestas más vanguardistas. No hay que olvidar que la cultura vasca para los años sesenta sufrió una revitalización tanto estética (personajes como Oteiza, Chillida) como literaria (con una nueva literatura y poesía en euskera, representada por autores como Aresti, Txillardegi, Xabier Lete, Mikel Laboa), que también influyó en la propaganda abertzale. Las nuevas formas se mezclan con elementos que evocan escenas del vasquismo tradicional.

Logo original de LAB
Un buen ejemplo de esto es el propio logo que desarrolló LAB en sus primeros años. En el se mezclaban de forman integrada elementos de tradición y modernidad. El logo toma como base un elemento tradicional del folklore vasco, la argizaiola, una talla de madera, normalmente antropoforme con una vela enrollada, utilizada sobre todo para la festividad de los Santos, en el mes de octubre.

Argizaiola tradicional.
En el logo de LAB a vela conforma una fábrica, de la cual sale un humo con forma de ikurriña o bandera vasca. A esta composición se unen las siglas del sindicato utilizando la tipografía considerada como tradicional vasca. Como se puede apreciar, este logo intenta unir esa imagen tradicional con elementos obreristas, condensando las ideas principales del sindicato. Estas ideas fuerza estuvieron presentes en toda la propaganda de LAB.


En estos dos carteles que podemos ver sobre estas líneas podemos ver la constatación de esta cuestión. Ambos comparten una línea cromática basada en tres colores, verde blanco y rojo, los colores de la ikurriña. En el primero de ellos se aprecian unas figuras esquemáticas antropomorfas portando una herramienta de labranza tradicional en el País Vasco, la laya, sobre la que aparecen además dos herramientas agrícolas, el martillo y la llave inglesa.

Campesinos vascos utilizando layas para labrar.
En el segundo sin embargo toman protagonismo las herramientas de algunos sectores laborales a los que LAB aspiraba apelar, en este caso, un tractor de los nekazaris y baserritarras (campesinos y caseros), un crisol de una fundición, ligada a la clase obrera industrial, y un barco asociado a los arrantzales (pescadores).

Arrantzales llevando al puerto el resultado de su faena.

Otro ejemplo de esta mixtura de un imaginario obrerista dentro de los símbolos tradicionales del nacionalismo vasco, lo encontramos en este cartel. En este caso encontramos una imagen en blanco y negro, que esquematiza los escudos provinciales de los territorios que el nacionalismo vasco consideraba parte de su proyecto político (Zazpiak Bat o siete en uno). Tal y como se aprecia, podemos ver elementos como el castillo con el brazo armado de Álava, el árbol de Guernica y la cruz de Vizcaya, los cañones de Guipúzcoa, las cadenas de Navarra, el león y la flor de lis de Lapurdi y el león de Zuberoa, todos ellos portando layas y martillos en representación de esa idea nacional «proletarizada». Además se puede verapreciarun brazo sosteniendo una ikurriña y al fondo a la derecha una fábrica. En este caso podemos ver que los elementos nacionales tradicionales tienen un peso específico en la propaganda del sindicato. La representación de la clase trabajadora no es por tanto una representación abstracta, sino localizada nacionalmente (trabajadores vascos y patriotas).

Escudo del Zazpiak Bat, que mantiene elementos de los escudos provinciales que no fueron purgados por la propuesta de Sabino Arana, como es el caso de los lobos de la casa de Haro o los cañones de Guipúzcoa, que aparecen en el anterior cartel de LAB.

Dentro de la misma línea gráfica, y probablemente del mismo autor, nos encontramos este ejemplo, conmemorativo de los sucesos del 3 de marzo de Vitoria, donde, en la represión de una asamblea en la Iglesia de San Francisco de la capital alavesa, la policía disparó fuego real matando a cinco trabajadores e hiriendo a cientos de personas de bala. En la propaganda del sindicato se representan los hechos con una masa de trabajadores vestidos con buzos o monos, protestando. con sus brazos agitados de la indignación, Frente a ellos, retenes policiales con sus armas apuntando, en una composición que recuerda claramente a los «Fusilamientos del 3 de Mayo » de Francisco de Goya. En este caso encontramos un cartel que tiene sobre todo una concepción obrerista, a diferencia de los anteriores.

LAB reivindicó además tradiciones políticas obreristas ajenas a su cultura política, como fue el caso del primer socialismo y comunismo vasco , como se puede ver en este cartel de 1986, en el que se reivindicaba el origen del 1º de mayo (sucesos de Haymarket 1886), con una foto de obreros vascos con la bandera roja y la ikurriña. A los propagandistas de LAB no les importaba incurrir en el error histórico, ya que la bandera vasca se creó en 1894 para representar a Vizcaya dentro del imaginario del PNV, y no sería hasta los años treinta que ciertos sectores del vasquismo izquierdista la aceptasen como suya, destacando el periodo del Gobierno de Euzkadi durante la Guerra Civil. Pero como elemento propagandístico permitía una clara identificación con la ideea de lo «social y nacional».

Con la asociación de LAB de forma definitiva a la estrategia de ETA militar, se realizaron campañas en apoyo a Herri Batasuna, intentado representar esa idea de lo «popular» a través de la cartelería del sindicato. Un buen ejemplo es este cártel, en el que se pide el voto a a la coalición, con una serie de fotografías coloreadas que representan a hombres y mujeres de diversas profesiones. Obreros industriales, trabajadores de la construcción amas de casa, estudiantes, dependientas, estos sectores aparecen puño en alto. Algunos, tocados con la txapela, muestra del origen vasco de estos trabajadores. Además se incluye el lema «Langileon Eskubideen Alde» (Por los derechos de los trabajadores). De nuevo una idea obrerista abertzale, en el que elementos nacionales y de clase se entremezclan para interpelar a la población a apoyar a la «Unidad Popular».

Otro elemento interesante de la propaganda de LAB es la introducción del logo de KAS en la propaganda del sindicato. La Koordinadora Abertzale Sozialista, como indicábamos en líneas anteriores, surgió en 1975, como una mesa de coordinación del nacionalismo radical frente a la Transición, agrupando a partidos, sindicatos y grupos armados. El organismo estableció una serie de puntos comunes bajo el nombre de Alternativa KAS, que se entendían como las condiciones mínimas para el fin de las campañas armadas de ETA militar y ETA político-militar. Pero a el sector político-militar se fue alejando del organismo, que comenzó a ser utilizado por ETA militar como articulador de su estrategia, hegemonizando KAS a partir de 1978, y planteando su papel como bloque dirigente del MLNV, y la propia ETA (m) como su vanguardia armada. Esta cuestión como ya se ha comentado acabó afectando a LAB, ya que ETA (pm) y sus organizaciones políticas consiguieron que el sindicato saliese de KAS, intentando alejarlo de la influencia de los milis. Pero como se ha indicado, en 1980, se produce la división y LAB acaba encuadrado en la estrategia de ETA (m). A partir de este momento, el logo de KAS aparecerá conjuntamente con el símbolo del sindicato, como muestra de su adhesión.

El logo de KAS gráficamente también unía estos elementos de tradición y de modernidad, mostrando una hoja de roble (en referencia al árbol de Guernica), y un puño en alto con las siglas de KAS, incluyendo los tres colores de la ikurriña.
Aqui podemos encontrar algunos ejemplos de esta introducción del logo de KAS durante la primera mitad de los años ochenta en la propaganda del sindicato.




También se muestra en la cartelería de LAB dos elementos fundamentales de su identidad y cultura política, el primero ya ha sido comentado que es la «nacionalización» de la lucha obrera para integrarla en un discurso patriótico, que entiende que la lucha por la construcción nacional de una Euskal Herria/Euskadi independiente como objetivo de este movimiento de trabajadores. Esta cuestión se puede ver perfectamente en el siguiente cartel del 1º de Mayo,bajo el lema «Langileen burruka, aberriaren alde, KAS Alternatiba», en castellano «La lucha obrera por la patria, la Alternativa KAS». Una vez más vemos como se entremezclan elementos tradicionales, en este caso del movimiento obrero (el 1 como símbolo de celebración del día internacional de los trabajadores), con el uso de la ikurriña y esa relación que se establece entre la denominada «lucha social y lucha nacional».

La segunda cuestión es la adhesión a la comunidad abertzale radical. En realidad esta se vehicula a través de KAS, pero también podemos encontrar en la propaganda de la central nacionalista, dentro de la misma campaña, carteles que muestran reivindicaciones tradicionalmente asociados a la solidaridad con los militantes de ETA.

En este cartel se muestra una manifestación, presumiblemente del Primero de Mayo, pero en la que aparecen proclamas y reinvidicaciones tradicionalmente ligadas al nacionalismo radical, como la Amnistía Total para los presos nacionalistas (Amnistia Osoa en euskera), o la vuelta de los denominados «refugiados vascos», militantes nacionalistas buscados por la justicia por presunta colaboración con ETA, establecidos en el País Vasco fracés para evitar su encarcelamiento. Si se atiende al cartel, se ven pocas reivindicaciones propias del movimiento obrero, pero si se puede apreciar estas referencias a símbolos en solidaridad con presos de ETA, como el símbolo de Gestoras pro Amnistía, o el alambre de espino que como se puede apreciar en la siguiente imagen, ha sido tradicionalmente utilizado por el nacionalismo radical.

El símbolo de Gestoras pro Amnistía creado por Chillida, y el alambre de espino, usados tradicionalmente en solidaridad con los presos de ETA.
No era la primera vez que el sindicato reivindicaba esta cuestión, habíendo editado un cartel en 1977 exigiendo la amnistía total, utilizando para ello una versión del cuadro de Pablo Picasso, «Guernica».
