La preocupación por el turismo como actividad en España tiene su origen a principios de siglo XX, con la conformación de diversos organismos por parte de la monarquía para la promoción exterior del país. La fundación de la Comisión nacional en 1905 se sucedió de diveras reformas, siendo sustituida por la Comisaría Regia, y por el Patronato Nacional de Turismo en 1928, ya en plena Dictadura de Primo de Rivera. El régimen del Miguel Primo de Rivera tuvo cierta sensibilidad con respecto al patrimonio artístico, e inicio una serie de reforma de edificios, tal y como ocurre en nuestra ciudad. El PNT tuvo una importante labor editorial para dar a conocer el patrimonio español, a través de diversas publicaciones, entre las que destacan sus carteles turísticos que inauguraron un género gráfico en sí mismo. Podéis consultar los mismos en la página del Museo Cervantes, a través del siguiente enlace: https://cvc.cervantes.es/artes/muvap/sala9/seccion_1/default.htm
El Patronato Nacional de Turismo se mantuvo durante la II República, y editó materiales en diversos idiomas con el objetivo de promocionar el turismo extranjero en España. En 1935, el PNT publicó un folleto sobre Úbeda en francés, con diversas fotos del conjunto renacentista, e incluyendo también una fotografía de la vecina ciudad de Baeza. Hemos conseguido una copia en la Biblioteca Digital Hispánica, archivo digital de la Biblioteca Nacional de España.
En el mismo archivo hemos encontrado un artículo aparecido en la revista mensual OASIS, publicada en Madrid durante los años treinta. Esta publicación era tenía temática de viajes, tanto internacionales como a pueblos del interior, y daban a conocer a sus lectores sitios exóticos o joyas cercanas, para que las visitasen. En el n.º 4 de febrero de 1935 en sus páginas 99-106 aparece un pequeño artículo, titulado «ÚBBEDA RENACENTISTA», DE Fermín Vergara Peñas. Fue ilustrado con algunas de las fotos clásicas de principios de siglo de la ciudad de los Cerros. Resulta interesante poner a disposición del publico este artículo, no solo como curiosidad, sino por el propio valor histórico del mismo.